23 junio 2004

Anécdotas

Espero llegar a ser mejor padre que hijo. La verdad es que no puedo sentirme orgulloso de mi relación con mi viejo. Siempre me costó (nos costó a los dos) llevarme bien con él. Sin embargo creo que con el tiempo las cosas se han ido arreglando. Hoy día, por ejemplo, hasta podemos contarnos algún chiste; él puede cargarme por el rumbo que elegí para mi vida o yo por esas fotos, creo q polaroids, donde se parece tanto a "Cucurucho" Santamaría.
No tengo muchas cosas para contar de él. Un par de anécdotas no muy pedagógicas...

Como la vez que yo tendría seis o siete años. No comía al mediodía. Mi vieja me obligaba, me torturaba, hacia que la hora del almuerzo sea sumamente conflictiva: pataleos, enojos, fideos con manteca fríos, pegados, duros. Mi viejo ocupaba un rol mas bien secundario, de mirada silenciosa y expectante.
Un día, mi vieja tuvo que salir en medio de mi forzado almuerzo. Mi viejo quedo encargado de finalizar la tarea de hacerme comer esos fideos moñitos. Me acuerdo bien del plato enfrente mío y su mirada.
Tira esos fideos a la basura de una buena vez y anda a comprar chocolates. Dos comprá, dijo. Nada más.

Otra vez, en las primera semanas de la secundaria, el salón estaba dividido entre los 4 ex?séptimos grados. Los roces entre grupos eran constantes, las peleas se calentaban durante la mañana y se programaban para el final de clases. Siempre se trenzaban en la esquina alguno del séptimo ?A? con el del ?B?. O del ?C? contra el ?D?. Esa vez me toco a mí, representante del ?D?. Apuradas, empujones, concretamos cita para la salida. Ese día, la entrada de mis hermanos menores al turno tarde y mi salida casi coincidían. A mi viejo se le ocurrió la extrañísima idea de esperarme y llevarme a casa. Cuando salimos los dos improvisados púgiles más el séquito de público chicanero, veo a mi viejo en el auto.
El dialogo que siguió me pareció bastante normal en ese momento. Ahora lo cuento porque con el tiempo, comparado con la media de actitudes mas o menos correctas paternalmente, no termina de cuadrar.
Uh, justo estas acá...
Por, preguntó, lacónico como siempre.
Nada, que me iba a pelear con un compañero.
Bueno, dejame la carpeta y anda nomás...

Así es mi viejo. Con apenas una frase dio (y da) sentido a toda nuestra despareja relación. Estas cosas pensaba, medio a cuento por el día del padre que pasó. Hoy lo subo acá porque es casi imposible que él pueda leer esto en algún momento. Aunque estoy pensando que después de todo, pocas cosas me vendrían tan bien como eso...