27 enero 2005

TOMA VIII

Este es el momento donde se debería hablar del incidente propiamente dicho. Es que si no se hablara acá, o en algún otro momento, esto carecería de sentido. Y si algo le hubiera gustado a Damián, era que esto tuviera aunque sea un dejo de sentido. Una relación de los hechos que lo deje bien parado. En realidad, esto tampoco deja de ser especulación. Vamos a decirlo de una vez: ni conocíamos a Damián. No lo conocíamos cuando empezamos esto, no lo conocemos ahora. Apuesto que no lo vamos a conocer nunca. Podemos seguir enumerando y buscando aristas a este asunto y seguiríamos como en el comienzo. O peor, porque perderíamos tiempo. Bueno, en realidad, ya lo estamos perdiendo. Hablando de alguien que ni sabemos quien fue. Hablando de un hecho que desconocemos absolutamente. Hablando de lo que pudo haber llegado a pensar ese desconocido en algún momento de su vida. Pongámonos un segundo a pensarlo: no tiene el más mínimo sentido. En serio. Yo no perdería mas tiempo, si de mí dependiera. Pero las cosas no son siempre como uno quiere. No siempre se puede ganar. Y cuando son mas las veces que se pierde que las que se gana, es mejor tener bien aprendido el libreto.